Sabes a nicotina. Aun cuando me juras que no has fumado en todo el día, pruebo el sabor de los cigarrillos directamente de tus labios. Y el humo es como un perfume diluido que se queda en ti.

La manera en la que me miras, como si estuvieras cometiendo un crimen. Eso, es lo que más rescato. Tu inquietud. La forma en la que buscas en mi rostro alguna muestra de desagrado. Tus dudas. Tu incomodidad. Tu nerviosismo. Tus emociones más frágiles. Veo todo eso, junto a la nube de químicos que flota a tu alrededor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario