No a los momentos buenos, no a tu risa en el parque con nuestros columpios, no a esa heladería que me hace pensar que estoy en Francia, no a tus besos llenos de azúcar por todas las galletas que me robabas, no a todas las veces que estuvimos en nuestra calle especial, ¿la recuerdas? Esa calle, la que yo decía que era mágica, es muy pronto para que la hayas olvidado; la calle que esta totalmente dedicada a películas, la que tiene enormes pantallas y esta llena de escaparates que parecen tener el color del cielo nocturno... Por supuesto que la recuerdas, fuimos allí muchas veces, pero no tantas porque queríamos que siguiera siendo especial. En esa calle, jugamos, corrimos... y nos amamos.
Pero es que no estamos volviendo allí, ya no.
Estamos volviendo al principio de nuestro fin. Al "tu no me escuchas", al "tienes que parar de gritarme", a las quejas, al miedo, a las cosas no dichas, al aislamiento, a las dudas, al "ya no puedo más". Y a veces, creo que soy yo quien ya no puede más. Hace tanto que no te veo feliz. Pero hay algo en mi que quiere decir "Si puedo". Así que voy a intentarlo. Por ti. Y por mi.
Se que encontraremos otra calle mágica, que volveremos a ir a Francia, y que nos daremos nuevos besos de azúcar.