Diez minutos

La cama, la tina, el sofá, la alfombra... 
Hay lugares en los que podemos soportarnos, solo eso. Por diez minutos, a veces, con suerte tal vez más. Nos toleramos y se podría decir que nos entendemos. Yo entiendo que no puedo alejarme, aunque lo desee con todas mis fuerzas. Tu entiendes que soy débil y que así es mejor para ti, o mejor dicho para los dos. Sabes que no iré a ninguna parte. Que me quedaré aunque la sangre baje por mi barbilla por tu bofetada.

¿Podré seguir haciendo esto?

En el auto, en el probador de alguna tienda, en casa de nuestros amigos. Una discusión y un arreglo. Diez minutos en los que ambos estamos de acuerdo, o algo parecido. El acuerdo, es que yo me callo y tu no gritas, pero que si hablo se va todo al carajo y pierdes los estribos. Que te disculpas luego de ser violento, y que yo me quedo quieta.

¿Alguna vez parará(s)?

El jardín luego de la barbacoa, la casa de la playa, el rincón de la cocina, tal vez hace un tiempo si me amabas de verdad, pero ahora pienso que lo único posible es que en algún momento cambiemos y ya ni siquiera estemos bien con nuestros diez minutos.

¿Que voy a hacer cuando eso pase? Ya estoy rota. Dañada. Soy irreparable. 

Aquel callejón, el jardín, la jodida puerta de cristal...

Jamás se irán de mi mente y de mi cuerpo las cicatrices de lo que en algún momento pensé que era amor. Esta todo escrito con tinta permanente y no creo que pueda hacer algo para cambiarlo. Quisiera poder ayudarte pero yo también necesito ayuda. 

¿Sabes lo que haces, o mejor dicho lo que ya esta hecho?

No digas que me quieres y me necesitas porque no es verdad, estas mintiendo otra vez. Te quiero lejos de aquí, te quiero fuera de la habitación. Quiero al menos una noche. Pero no soy buena, y no puedo irme sin decirte adiós, no puedo escapar. 


Los dos estamos mal. Somos demasiado tercos, no vamos a cambiar, aunque nos hundamos cada vez más profundo. He vuelto a beber y tu siempre tienes un cigarrillo encendido, así es esto, así somos.

No puedo controlar esto. Estoy tan acostumbrada a ser utilizada, tan cansada y adolorida.

Tus gritos, tus gestos, tu fuerza. Quisiera que no tuvieras tanto poder sobre mi. Quisiera mirarte y sentir asco, no (todavía) apego, no miedo, no dolor, ni tristeza. Quisiera diez minutos de amor y no de sucio sexo con aroma a rabia. 

Siento que estoy perdiendo la cabeza, eres un hombre peligroso, y a mi... a mi parece que me encanta. Siento que siempre estoy cayendo, y en algún momento será muy tarde. 


Pero justo cuando creo que tengo la fuerza para decir que esto terminó, me besas y me hablas dulcemente... entonces solo quiero más de eso.

¿Por qué soy tan tonta cuando se trata de ti?

Te odio. En verdad te odio. Porque cuando sonríes y luces tan feliz, todo es tan parecido al pasado... que vuelvo a decirte que te amo. 

Me he estado aferrando por mucho tiempo, se que esto debe parar, que no hay nada que pueda hacer por ti, que necesito dejarte ir. Pero cuando nos acercamos no puedo explicarlo, hay una guerra dentro de mi.

Sabes.. hubo un día en el que quise ser todo para ti, y lo jodiste.